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sábado, 19 de enero de 2013

El super funcionario

Los tiempos difíciles en los que prácticamente ningún puesto de trabajo está garantizado, son el caldo de cultivo de ciertos personajes que se caracterizan por su inseguridad, su falta de talento y su habilidad para hacer creer a sus jefes que son más necesarios que sus compañeros.


Los expertos consultados definen a este sujeto como alguien "poco comunicativo", que apenas participa en las reuniones salvo para intentar frenar cualquier cambio o innovación que se proponga; individualista; reacio a la colaboración; políticamente correcto; gran escaqueador; conocedor del organigrama de la empresa y de su funcionamiento.

En definitiva, se trata de una persona que trabaja mucho para ganarse a los jefes y muy poco para ayudar a sus compañeros y al equipo.

Este individuo suele asumir un exceso de carga de trabajo, en parte por echar una mano, en parte por tratar de ganarse el engañoso título de imprescindible. Lo malo es cuando descontrola esa hiperactividad y resulta nociva para el equipo, ya que lejos de aportar nada acaba siendo un cuello de botella y no cumple sus compromisos. Ocasional o no, este personaje es uno de los tipos tóxicos que se pueden encontrar en la oficina. Y los compañeros poco pueden hacer para evitar que se comporte así.

Lo ideal sería que la plantilla advirtiera al jefe de la actitud del sujeto. No obstante, casi nunca pasa porque en la mayoría de las organizaciones la comunicación no funciona como debería. Lo que suele suceder es que se generan políticas de pasillo. Es decir, los compañeros comentan el comportamiento del tipo entre ellos y nunca con el responsable del equipo porque "esta figura no se sale de los límites permitidos".

Además estos profesionales saben muy bien qué teclas deben tocar para ser reconocidos por sus superiores. Sin embargo, "los jefes tendrían que sospechar de aquellos que les hagan demasiado la pelota. No deberían permitir que surjan estos comportamientos porque crean mal ambiente, desmotivación y afectan al rendimiento, la falta de actuación del líder provoca que el grupo sancione socialmente al super trabajador.

Cómo detectar la manzana podrida

1. Faltan a la verdad.
2. Se muestran muy ocupados y fomentan el presentismo.
3. Se apropian de logros ajenos.
4. Falta de talento.
5. Se preocupan de que los demás bajen aunque ellos no suban.
6. Dan la sensación de estar a la última.
7. Juegan mucho a la política.
8. Hacen la pelota para buscar padrinazgo.
9. Controlan el proceso de evaluación.
10. Son sensibles a las necesidades de los demás porque las consideran obstáculos para su vida laboral.

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