- Documentos RR.HH.
- Ejecutiva
- Formación | Normativa
- FREMAP
- Impresos | Circulares de Personal
- Incidencias de Personal
- MAPA DEL SITIO
- O A C
- OPOSICIONES
- Propuestas de Negociación
- Recursos
- Cuestionario RPT
- Algunas Sentencias
- TRABAJO
- Cómo Buscar Trabajo
- UGT en la Red
- UGT Responde
- Página principal
- Utilidades
sábado, 12 de octubre de 2019
viernes, 4 de octubre de 2019
La huelga de la Canadiense o cómo se instauró la jornada laboral de 8 horas en España
La
llegada del siglo XX a España, lejos de acarrear unos cambios que se antojaban
necesarios, supuso una continuación de la inestabilidad política y social que
había caracterizado al país del siglo anterior desde que Napoleón empezase
a interferir en la política española a finales del reinado de Carlos IV.
Con la nueva centuria desaparecían de la escena política Cánovas y Sagasta, líderes del sistema de turnismo que se había impuesto con la Restauración borbónica, que implicaba la alternancia en el poder entre conservadores y liberales.
Con la nueva centuria desaparecían de la escena política Cánovas y Sagasta, líderes del sistema de turnismo que se había impuesto con la Restauración borbónica, que implicaba la alternancia en el poder entre conservadores y liberales.
Sus
sucesores fueron incapaces de afrontar con garantías una situación política y
social que se iba agravando con problemas como el impacto que supuso la pérdida
de las últimas colonias de ultramar, el progreso del republicanismo como
alternativa política, las sombrías conexiones del régimen con el caciquismo o
la carestía de alimentos y de condiciones dignas de vida de gran parte de una
población que malvivía en torno a una organización mayoritariamente de
subsistencia agraria de autoabastecimiento. Todo ello entre cambios constantes
de ejecutivos, presidentes y ministros, que destacaban por su brevedad en el
cargo.
A
todo esto se sumaban las aspiraciones de autogobierno del nacionalismo catalán,
que se concentraban alrededor de un movimiento político, fundado en 1906,
llamado Solidaridad
Catalana y los continuos conflictos que tras el desastre del 98 se
gestaban en el seno de un ejército preocupado con el trato que le dispensaban
los gobiernos y el crecimiento del antimilitarismo en la sociedad, por lo que
cada vez se inclinaban más hacia una solución drástica, con numerosos militares
dispuestos a inmiscuirse en los asuntos civiles.
Por
otro lado, acontecimientos como la Semana
Trágica de Barcelona de 1909, los continuos conflictos laborales entre
patronal y trabajadores o el pistolerismo anarquista también ayudaron a elevar
el clima de tensión que se vivía en la España de comienzos del siglo XX.
A
la sombra de todos estos vaivenes sociales y políticos, los trabajadores de la
industria, el comercio y los transportes, además de los campesinos, se fueron
organizando alrededor de nuevos partidos y organizaciones sindicales en pos de
mejorar unas condiciones de vida laboral paupérrimas.
Destacaban dos tipos de corrientes ideológicas: por un lado las socialistas, agrupados en el PSOE —fundado en 1879 por un grupo de trabajadores de la industria tipográfica liderados por Pablo Iglesias Posse— y la Unión General de Trabajadores (UGT), nacida en 1888 e ideada para servir como el brazo sindical del PSOE con preceptos basados en las teorías políticas marxistas.
Por otro lado, de carácter anarquista, surge la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), constituida en 1910 bajo la influencia de los preceptos de Mijaíl Bakunin. Estas asociaciones de trabajadores suponían un contrapeso a una pujante burguesía que, aunque retrasada respecto al resto de Europa, había copado prácticamente en su totalidad la actividad económica del país desde tiempo atrás.
No obstante, el arraigo del sindicalismo en España ya desde sus comienzos en las últimas décadas del siglo XIX, debido sobre todo a su escasa cultura urbana e industrial, no se podía comparar al de países del entorno como Francia, Gran Bretaña o Italia, donde los sindicatos obreros se contaban por decenas, con cientos de miles de afiliados, y los partidos correspondientes contaban con numerosa representación en los parlamentos nacionales.
Destacaban dos tipos de corrientes ideológicas: por un lado las socialistas, agrupados en el PSOE —fundado en 1879 por un grupo de trabajadores de la industria tipográfica liderados por Pablo Iglesias Posse— y la Unión General de Trabajadores (UGT), nacida en 1888 e ideada para servir como el brazo sindical del PSOE con preceptos basados en las teorías políticas marxistas.
Por otro lado, de carácter anarquista, surge la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), constituida en 1910 bajo la influencia de los preceptos de Mijaíl Bakunin. Estas asociaciones de trabajadores suponían un contrapeso a una pujante burguesía que, aunque retrasada respecto al resto de Europa, había copado prácticamente en su totalidad la actividad económica del país desde tiempo atrás.
No obstante, el arraigo del sindicalismo en España ya desde sus comienzos en las últimas décadas del siglo XIX, debido sobre todo a su escasa cultura urbana e industrial, no se podía comparar al de países del entorno como Francia, Gran Bretaña o Italia, donde los sindicatos obreros se contaban por decenas, con cientos de miles de afiliados, y los partidos correspondientes contaban con numerosa representación en los parlamentos nacionales.
Cuadro de Antonio Estruch que representa una manifestación republicana celebrada en Sabadell en 1904. |
Dos maneras de
entender el sindicalismo
La
socialista UGT
fue fundada como un movimiento sindical de tipo democrático, moderado y
jerárquico, que no tenía entre sus objetivos, en un principio, aspiraciones
revolucionarias y aceptaba el juego de elecciones parlamentarias, a pesar de
ser conscientes de que el sistema estaba totalmente controlado por el Gobierno
que en cada momento ostentase el poder. En sus inicios, la acogida entre los
trabajadores fue muy modesta, con sólo unos 3000 afiliados, pero tras la crisis
del 98 derivada de la pérdida de las colonias, el número aumentó hasta los
26.000 en los primeros años de siglo, y tras la crisis de 1917 el número de
filiaciones se multiplicó hasta superar las 200.000. La UGT estaba implantada principalmente
en Madrid, Asturias, Vizcaya y algunas zonas de Andalucía y compuesta, sobre
todo, por mineros, albañiles, obreros metalúrgicos y tipógrafos, gremio este
donde había nacido el sindicato, como se ha indicado.
Por
su parte, el anarquismo se había asentado con fuerza, sobre todo, en Cataluña y
entre el campesinado andaluz y extremeño, pero carecían de una organización
estable, lo que venía influido por su propia cultura de rechazo a las
jerarquías. Desde 1890 proliferaron los actos individuales de terrorismo
anarquista contra las autoridades, llegándose a atentar contra Alfonso
XIII en varias ocasiones de las que salió ileso, aunque una bomba dirigida
contra él y su esposa el día de la boda de ambos llegó
a matar a 23 personas en 1906. La dura represión del Gobierno tras el
atentado, que equiparó el anarquismo con el terrorismo, lejos de reducir la
conflictividad, la agravó y los actos de violencia anarquista se multiplicaron
hasta culminar con el
asesinato de José Canalejas, presidente del Gobierno, en 1912.
No
obstante, la necesidad de una organización ante la guerra frontal que el
Gobierno había planteado y el convencimiento de que los atentados terroristas
no servían para lograr sus propósitos llevó a un grupo de anarquistas a crear
la CNT, que ya en su primer congreso de 1911 contaba con más de 30.000
afiliados, a los que se sumaban cada día numerosos miembros en un crecimiento
que se tornaba imparable. Sus premisas se basaban en una serie de principios
que resultaban muy atractivos para los trabajadores en circunstancias
económicas límite: una organización de carácter local y no nacional, por lo que
no existía una federación central que impusiera obligaciones al resto; cuotas
mensuales muy limitadas —apenas unos céntimos— o incluso gratuitas cuando los
sueldos eran ínfimos… Además, sus mandos no recibirían ninguna remuneración, lo
que los diferenciaba de los responsables de la UGT.
A
finales de los años veinte, la CNT sumaba 400.000 afiliados sólo en Cataluña,
siendo España el único país del mundo donde el anarquismo llegó a triunfar como
fenómeno que arrastrase a las masas.
La huelga como
instrumento político
Pablo Iglesias Posse (1850-1925). |
Un
primer momento de escalada en las protestas se produjo entre 1901 y 1903 por
dos motivos fundamentales: el auge de los movimientos libertarios
internacionales, sobre todo del sindicalismo revolucionario francés, que habían
hecho de la huelga un instrumento eficaz de presión en sus respectivos países,
y la profunda crisis que acompañó la caída de las ultimas colonias.
Se
declararon varios paros generales en distintas zonas de España, por ejemplo en
Sevilla, donde llegaron a producirse hasta tres huelgas generales en ese
periodo, pero la más destacada fue la
de Barcelona de 1902, inducida por los anarquistas y que paralizó la ciudad
durante una semana. La mencionada crisis del 98 había provocado una caída significativa
de las condiciones laborales y se habían disparado el paro y la duración de la
jornada laboral. Aunque en un principio los huelguistas lograron frenar la
entrada de mercancías a la ciudad y hubo un cese de actividad en fábricas y
transportes, Ejército y Guardia Civil no tuvieron apenas problemas para
controlar la situación y la huelga terminó en fracaso ya que no se consiguió
ninguna de las reivindicaciones obreras.
‘La carga’, de Ramón Casas, representa la represión de la huelga de Barcelona de 1902. |
Otro
punto álgido de demandas obreras sucedió durante la Semana Trágica de Barcelona
de 1909: un levantamiento popular contra el reclutamiento de trabajadores para
la guerra de Marruecos que acabó degenerando en una huelga general, entre
marcados sentimientos anticlericales y antimilitares, y que paralizó la ciudad
y se extendió hacia otros lugares.
Esta vez no se trataba de una queja por los derechos laborales, sino que se protestaba contra una legislación que permitía que los llamados a filas pudieran librase de ir a la guerra mediante el pago de una cuota, la redención en metálico, por lo que las clases adineradas quedaban exentas del reclutamiento y eran los trabajadores los que debían acudir a una guerra que, además, estaba muy mal vista por parte de la sociedad española.
El 26 de julio, declarada por el partido socialista de acuerdo con los radicales republicanos y los anarquistas, comenzó la huelga general, tomando en Barcelona la categoría de verdadera insurrección, que llevó al Gobierno a declarar el estado de guerra. Los insurgentes prendieron fuego a decenas de iglesias y conventos y durante una semana las calles fueron escena de numerosos actos de violencia. El gobierno también actuó con contundencia y la represión efectuada tras el final de los tumultos fue desproporcionada, con varias sentencias a muerte.
La UGT extendería la huelga a toda España el 2 de agosto, una vez concluidos los disturbios en Barcelona, lo que le daría una gran popularidad y un gran número de nuevos afiliados al sindicato. Su brazo político, el PSOE, aprovecharía la coyuntura para formar una coalición con los radicales que en las siguientes elecciones les otorgaría una destacada presencia en los ayuntamientos y a Pablo Iglesias, por primera vez, un escaño en las Cortes.
Esta vez no se trataba de una queja por los derechos laborales, sino que se protestaba contra una legislación que permitía que los llamados a filas pudieran librase de ir a la guerra mediante el pago de una cuota, la redención en metálico, por lo que las clases adineradas quedaban exentas del reclutamiento y eran los trabajadores los que debían acudir a una guerra que, además, estaba muy mal vista por parte de la sociedad española.
El 26 de julio, declarada por el partido socialista de acuerdo con los radicales republicanos y los anarquistas, comenzó la huelga general, tomando en Barcelona la categoría de verdadera insurrección, que llevó al Gobierno a declarar el estado de guerra. Los insurgentes prendieron fuego a decenas de iglesias y conventos y durante una semana las calles fueron escena de numerosos actos de violencia. El gobierno también actuó con contundencia y la represión efectuada tras el final de los tumultos fue desproporcionada, con varias sentencias a muerte.
La UGT extendería la huelga a toda España el 2 de agosto, una vez concluidos los disturbios en Barcelona, lo que le daría una gran popularidad y un gran número de nuevos afiliados al sindicato. Su brazo político, el PSOE, aprovecharía la coyuntura para formar una coalición con los radicales que en las siguientes elecciones les otorgaría una destacada presencia en los ayuntamientos y a Pablo Iglesias, por primera vez, un escaño en las Cortes.
El
tercer punto crítico sucedió tras la primera guerra mundial. Durante el
conflicto, España, se había beneficiado económicamente con las exportaciones
efectuadas gracias a su neutralidad, pero su final trajo una crisis política y
económica que supuso la descomposición definitiva del sistema de la
Restauración. En el ámbito laboral, la galopante inflación redujo de forma
drástica la capacidad adquisitiva de los trabajadores, por lo que los paros y
manifestaciones, incluso los saqueos, abundaron y las huelgas llegaron a
multiplicarse por cinco en un ambiente de enconada tensión.
A
partir de 1916, aunque sus diferencias ideológicas seguían siendo grandes,
tanto UGT
como CNT adoptaron una estrategia unitaria de lucha para la lograr una
revolución social mediante un sindicalismo revolucionario que acarrease la
caída definitiva del sistema, incluida la Monarquía.
El 18 de diciembre de 1916 ambas centrales convocaron una huelga general que supuso el encarcelamiento de varios sindicalistas. En agosto del año siguiente, las centrales sindicales se unieron a un grupo de militares descontentos que se habían unido en las llamadas Juntas de Defensa y a varios políticos que pretendían un cambio de régimen para convocar una huelga general que nuevamente fue duramente represaliada y en la que el Ejército abrió fuego indiscriminadamente contra los obreros.
El 18 de diciembre de 1916 ambas centrales convocaron una huelga general que supuso el encarcelamiento de varios sindicalistas. En agosto del año siguiente, las centrales sindicales se unieron a un grupo de militares descontentos que se habían unido en las llamadas Juntas de Defensa y a varios políticos que pretendían un cambio de régimen para convocar una huelga general que nuevamente fue duramente represaliada y en la que el Ejército abrió fuego indiscriminadamente contra los obreros.
A
pesar del crecimiento y la relevancia que había ido adquiriendo lentamente el
movimiento obrero, tras varias décadas de luchas apenas había logrado avanzar
en muchas de sus reivindicaciones más importantes y había sido sistemáticamente
reprimido por los gobiernos a los que se había enfrentado, que se ponían del
lado de las patronales a la hora de afrontar cualquier conflicto.
La Canadiense: el
primer gran triunfo obrero
Riegos
y Fuerzas del Ebro era una filial de la empresa Barcelona Traction, Ligth and
Power, conocida popularmente como La Canadenca o La Canadiense porque su
principal capital provenía de Canadá y Reino Unido, y su principal cometido era
el suministro de electricidad para la Ciudad Condal. Fundada en 1911, era una
empresa sumamente innovadora para la época, ya que pretendía cambiar el uso del
carbón como fuente principal de energía por la eléctrica. Para ello, se ideó un
faraónico proyecto que incluía la construcción de varias presas en el Ebro, carreteras
que facilitasen el acceso a las mismas y la contratación de miles de obreros.
Las
condiciones laborales de estos trabajadores eran muy deficitarias, con jornadas
laborales superiores a las doce horas, exposición a temperaturas extremas,
hacinamiento en barracones que eran fuente continua de infecciones, malos
tratos de los encargados… Los obreros no tardaron en responder a la situación,
y en junio de 1913 ya se había convocado una primera huelga que demandaba
mejoras. Tras llegar a un acuerdo, se redujeron las horas de trabajo a once y
se declaró la tarde del domingo de descanso obligatorio: un ejemplo como
cualquier otro de una de las múltiples huelgas que se declaraban a diario en
muchas empresas de toda España.
No
obstante, la agitación sindical no disminuyó en ningún momento. En noviembre de
1918, la CNT convocó una huelga en las obras que la empresa realizaba en
Camarasa que se acabaría extendiendo a toda la provincia de Lleida y que
finalizó con la detención de 25 sindicalistas y la suspensión de las garantías
a la provincia de Barcelona. El conflicto seguía latente el 5 de febrero de
1919, cuando a ocho empleados de las oficinas se les propuso firmar un contrato
que los convertiría en trabajadores indefinidos, a cambio de lo cual la
compañía les bajaría los sueldos. La negativa de los empleados a estampar su
firma supuso su despido, lo que provocó que todo el departamento administrativo
de Barcelona Traction iniciase un paro en solidaridad con los despedidos. Se
dio inicio así a una de las huelgas más importantes de la historia de España:
la huelga de la Canadiense.
La
CNT, principal instigadora del conflicto, logró que la huelga se extendiera a
otros sectores y empresas de Cataluña. Los trabajadores de la industria textil,
que tenían sus propias reivindicaciones, se sumaron el 17 de febrero; el paro
de los transportes prácticamente colapsó la ciudad, el suministro de
electricidad sufría de cortes continuos, el servicio de gas y el de aguas se
veían constantemente interrumpidos y hasta conseguir alimentos básicos era
difícil.
El
colapso no fue total porque el Gobierno decidió emplear al Ejército en las
tareas que los huelguistas dejaban vacantes. De esta manera, los ingenieros
militares se hicieron cargo del funcionamiento de los servicios de
electricidad, agua y gas y los soldados tuvieron que emplearse en las funciones
de los trabajadores. No obstante, la escasez de miembros y su falta de
preparación provocaban constantes cortes y mal funcionamiento en los servicios.
Una huelga de principios del siglo XX. |
En
un primer momento, el Gobierno presidido por el conde de
Romanones endureció sus posturas y suspendió las garantías de la
provincia de Lleida, donde se había iniciado la huelga, uniéndose a la
suspensión que ya pesaba en Barcelona desde noviembre, y se negó en redondo a
una de las reivindicaciones que el comité de huelga había propuesto para
iniciar las conversaciones: la liberación de los presos que aún estaban
detenidos desde diciembre. El 12 de marzo se declaraba el estado de guerra y
poco después se decretaba que los huelguistas fueran movilizados hacia sus
puestos de trabajo, a lo que en su inmensa mayoría se negaron, por lo que casi
3000 trabajadores fueron detenidos y encarcelados en el castillo de Montjuïc.
Además, la Barcelona Traction despidió a todos los trabajadores que seguían
apoyando la huelga.
Ante
la magnitud que estaban tomando los acontecimientos, Romanones, cambió su
postura inicial por una más dialogante. En primer lugar, sustituyó al
gobernador civil, González Rothwoss, por un catalán, Carles Montañés,
y envió a dialogar a Juan José Morote, de perfil más moderado, lo que
facilitó el acuerdo. Tras duras negociaciones, el gobierno aceptó sin reservas
las reivindicaciones de los trabajadores, que incluían la liberación de los
presos, la readmisión de los despedidos o limitaciones en el trabajo infantil,
entre otras.
Pero sin duda la demanda satisfecha más esperada fue la concesión
de la vieja aspiración de una jornada laboral de ocho horas, por la que se
llevaba luchando durante casi treinta años, que sería firmada por Romanones justo antes de su dimisión. España se convertiría así en el primer país europeo donde se implantaría la medida.
Salvador Seguí (1886-1923). |
En
un mitin pronunciado en una atestada plaza de toros de Las Arenas con más de
20.000 trabajadores presentes sólo en su interior, el 19 de marzo de 1919, el
anarquista Salvador Seguí, lograba convencer a los trabajadores para que
aceptasen el acuerdo con la promesa de que si el 23 aún no se había liberado
los presos, Barcelona entera se uniría a la huelga general.
Tras 44 días, la
Huelga de La Canadiense se cerraba con un éxito sin precedentes, siendo la
primera victoria obrera sin paliativos desde que el movimiento obrero comenzara
su andadura a mediados del siglo XIX.
miércoles, 21 de agosto de 2019
Abierto periodo solicitudes Formación Cursos de Policía Local FeSP-UGT P.V.
Todos los cursos son online:
- PRIMERA ACTUACIÓN EN VIOLENCIA DE GENERO .
- PRIMERA ACTUACIÓN POLICIAL EN VIOLENCIA DE GÉNERO, DELITOS DE ODIO Y MENORES.
- FALSIFICACIONES INDUSTRIALES E INTELECTUALES Y ARTíCULOS PELIGROSOS.
- NUEVOS MODELOS DE PLANIFICACIÓN DEL TRAFICO URBANO Y DE MOVILIDAD
SOSTENIBLE. - INSPECCIÓN POLICIAL DE ESPECTÁCULOS PÚBLICOS, ACTIVIDADES RECREATIVAS Y ESTABLECIMIENTOS.
- BUENAS PRÁCTICAS EN ATENCIÓN A LA DIVERSIDAD Y DELITOS DE ODIO POR ORIENTACIÓN SEXUAL.
Las solicitudes se podrán efectuar del 20 de agosto al 16 de septiembre de 2019 en la web
• No se admitirán las solicitudes presentadas fuera de plazo ni incompletas.
• Para poder inscribirse en los cursos, ya que se realizan a través de internet, es imprescindible contar con una dirección de correo electrónico válida y dispositivo de acceso.
domingo, 18 de agosto de 2019
La mitad de los empleados públicos menores de 40 años son temporales
- La mitad de los empleados públicos menores de 40 años son temporales
- Los trabajadores eventuales en la Administración llegan al 28,2%, mientras que en el sector privado son el 25,9%
jueves, 13 de junio de 2019
miércoles, 29 de mayo de 2019
El Supremo declara indefinida a una interina que ocupó una vacante durante 20 años
Mantener una vacante en la Administración durante más de veinte años, cubriendo el puesto con un contrato de interinidad es fraudulento. La consecuencia es que el trabajador puede reclamar un contrato indefinido y que se le reconozca su antigüedad. O, dicho de otro modo, como afirma el Tribunal Supremo en una reciente sentencia, el transcurso de un largo periodo de tiempo como interino es indicio de la conversión en indefinido del contrato, con las consecuencias que supone con respecto a la protección del trabajador frente al despido.
domingo, 26 de mayo de 2019
martes, 21 de mayo de 2019
lunes, 20 de mayo de 2019
jueves, 16 de mayo de 2019
martes, 30 de abril de 2019
jueves, 25 de abril de 2019
martes, 2 de abril de 2019
Suscribirse a:
Entradas
(
Atom
)